sábado, 1 de septiembre de 2012

Vos sos Summer y yo Tom.

Hoy pensé en vos, bastante. No sé por qué, pero cada cosa que leía, veía o lo que sea, me hacia acordar a vos. Pensé en la facilidad que tenés de hacerme reír o llorar, aunque sea con un cuento; en mi barrio, que desde hace tiempo ya no es sólo mi barrio, es tuyo también aunque aún no vivas en él; en la forma en que el humo no molesta tanto cando estás cerca; en como sé que vos entenderías mis chistes, cuando nadie más lo hace; la forma en que me inspirás; en los libros, la música. O en la manera en que te las manejás para invitarme a salir cada vez que hablamos, y en la manera que encentro para hacerme la desentendida.
No sé, quizá esté desvariando un poco. Tengamos en cuenta que son las cuatro de la mañana y acabo de llegar. Y si, lo primero que hice al llegar fue sentarme a escribir.
Quiero decirte que sí, aunque sea una última vez. Quiero decirte que sí y no pensar en las consecuencias, en lo que podría pasar mal. Quiero confiar en mí pero la última vez que lo hice no termino bien, es más, empeoré las cosas. No quiero que cuando "termine" vuelva a hacer la misma estupidez de salir con el primero que se me cruza a intentar sacarte de mi cabeza (no sirve, me parece).
Quiero decirte que sí y volver a sentirme de la misma forma en que me sentí esa primera vez.
Lo triste es que no creo que pase (por más que lo quiera). Lo irónico es que luche tanto conmigo para que no pase (y en este momento daría todo para no repetir esa lucha).

jueves, 7 de junio de 2012

1234567890

Vos no sabías lo que era el amor, nunca lo supiste.
Para vos todo era hacer lo que vos decías, decir lo que vos querías y sentir lo que vos elegías.
Y nunca me dejaste la opción de decidir si eso era que lo yo también quería.
Tanto, que terminé creyendo en tus mentiras. Y las adopté como propias.

Pero ya no quiero mentir(me).


Creo, finalmente, haber encontrado la respuesta que estaba buscando. (Aunque todavía no llegue).
Asi que, mientras tanto, simplemente voy a esperar. Y ser feliz.

jueves, 26 de abril de 2012

Pretendiendo.


Justo cuando pensé que ya no me gustabas más. Justo cuando pensé que ya no estabas más en mi cabeza. Justo cuando me había acostumbrado a tenerte al lado mio y ser ignorado(a). Justo cuando pensé que, como tantas otras veces, sólo ibas a pasar por al lado mío sin saludarme.

Yo te ví, en el momento en que entraste al lugar. Una fuerza inconsciente me hizo darme vuelta en el preciso segundo en que bajabas las escaleras. Estábamos, como en esa inolvidable primera vez que te ví, en un recital. Como tantos otros, pero para mí no fue igual. Yo estaba, como siempre, rodeado(a) de amigos. Estábamos esperando que empiece a tocar la banda siguiente. Cuando vos llegaste, nosotros estábamos parados al lado de la feria de discos charlando, riendo. Yo te ví (aunque no quería hacerlo) mientras caminabas hacia donde estábamos nosotros. Y te acercabas más y más. En mi cabeza todo se veía como en cámara lenta. Así hasta que llegaste a donde yo estaba parado(a). Te paraste, me miraste y me dijiste: “Hola, todo bien?” y me saludaste con un beso en la mejilla. Odio como después de años de ignorarme, de hacer como si yo no existiera, como si lo que vivimos (que, si bien fue poco, se sintió mucho) no hubiera existido, como si ninguna de esas charlas (que nunca tuve la voluntad de borrar) hubieran existido; venís, te parás en frente mío y me saludás. Como si nada. Como si nos hubieramos saludado de la misma forma ayer, siempre. Como si estos años no hubieran pasado nunca. Como si fuera un sueño, una pesadilla mía, que ya terminó. Y yo te saludé, también, como si nada de eso hubiera pasado. “Todo bien, vos?”. Así, tan casual. Como te encanta pretender. Me dí cuenta que a mí también. Pretendamos que nunca me ignoraste. O mejor, pretendamos que nunca me gustaste. Que no me gustás más. Que si me decís “Hola” yo te voy a ignorar. Pretendamos.

Año nuevo


“Cuando Bouvard y Péuchet se encuentran, no dejan de hacer el recuento, con admiración, de sus gustos comunes: es, uno conjetura, una verdadera escena de amor. El Encuentro hace pasar sobre el sujeto amoroso (ya raptado) la estupefacción de un azar sobrenatural: el amor pertenece al orden (dionisiaco) del Golpe de dados”

Ese día, me había propuesto empezar de nuevo. No mirar más al pasado y empezar nuevamente mi historia, sin melodrama.

Y media hora más tarde, me hablaste por primera vez. Me tomaste tan de sorpresa que ni tiempo tuve de levantar mis defenzas. Llegaste y ¡Páf! así de fácil diste vuelta todo mi mundo.

Creo que lo que me conquistó en un principio fue tu forma de expresarte. Tanta soltura, tanta propiedad al hablar, al escribir; tu caballerosidad, como la que se describe en los cuentos de antes(algo muy difícil de encontrar hoy día). Aunque quizá a simple vista no lo demuestre, soy un(a) romántico(a), me enamoro muy fácilmente (lo cual no quiere decir que me en-amor-e fácilmente también). Y, al fin y al cabo, siempre soñé con un caballero de antaño, un héroe de fantasía.

Si bien desde el vamos no me cuesta enamorarme, vos me lo hiciste más fácil. Las lecturas, la música, los hobbies. Tantas cosas en común. Tus palabras. La forma en que me hablás. Las cosas que escribís. Todo eso me llegó de una forma que nunca me había llegado. JÁ! Tan fácil me creí todo que, en algún momento, llegué a pensar que éramos almas gemelas.

Cada vez que vuelvo a pensar todo lo que pasó, simplemente no lo entiendo. ¿Qué nos pasó? (¿Nos?). Nosé. Quizá nunca lo sepa. La verdad es que trato de no pensar más en ello. Que mi mente quite toda importancia que tenés en ella. Creo que de a poco lo voy logrando. Todavía no del todo, por supuesto. Pero de a poco. Por lo menos, ya me acostumbré a tus promesas rotas. Ya no me afectan (o al menos eso quiero creer, por favor, dejame creerlo).

Y, a pesar de que, eventualmente, llegue ese día en el que ya no me afectes por completo, siempre voy a ver en vos a mi héroe preferido.

Преступление и наказание


-¿Qué?
- Pues que él no ama a nadie, y es posible que nunca llegue a amar.-falló Razúmijin.
-¿Eso quiere decir que es incapaz de amar?

Karma, cosas malas.


En este último tiempo, estuve pensando mucho. Sobre vos. Sobre mí. Y sobre ese “nosotros” que aún no sé si sigue existiendo. O si seguirá existiendo por mucho más tiempo. Se podría decir que estuve “abriendo los ojos”, dejándome ver todo aquello que no quise ver, o simplemente ignoraba por completo. Me siento como en una especie de teatro de sombras chinas. Durante la función, uno puede ver hermosas figuras que bailan e interactúan entre ellas, y te muestran una historia que te encantaría vivir. Pero la función ya terminó y, al abrirse las cortinas, puedes ver que, lo que antes fue una historia hermosa, ahora son pequeños pedazos de papel frente a una luz muy brillante. Y, por más difícil que sea acostumbrarse a esa luz, uno termina viendo que todo fue una mentira.
Todavía me cuesta entender cómo fue que llegamos acá. Cómo fue que, nuevamente, me dejé llevar por la velocidad. Como en aquella otra vez. Una vieja historia y unos ojos como estrellas, grabados en mi ser tan profundo como el cielo. Pero aquella vez, yo no supe cómo actuar. Tenía el corazón tan destruido, que lo único que tuve fuerzas para hacer fue armar un muro. Mi propia pared de acero. Tan fría e impenetrable que no dejaría acercar a nadie. Paro lo único que resultó de todo eso (lo único que podía resultar) fue haber lastimado más mi corazón. Si bien me dí cuenta, ya fue demasiado tarde para arreglar las cosas. Y, aunque fue muy difícil, pude derribar el muro que yo misma construí. Pero esta vez es distinto. Mi muro ya no existe, solo quedan de él unas pocas ruinas.
A pesar de ello, me choqué con el tuyo. Tan difícil de derribar que me dejó sin fuerzas. Sin ganas de seguir peleando. ¿Será que es lo que merezco? ¿Será que la vida, en su extraña forma de ser, me está devolviendo todo? (el karma, el karma, el karma) ¿O será, quizá, que me está demostrando que, después de tantos golpes, yo no aprendí nada? ¿Es que está mal tener esperanzas? ¿Será por eso que vos me recordás a tantos momentos que me juré olvidar?

Mi yo que no soy yo.


No te quiero más. Quiero que te vayas de adentro mío. Que te vayas, que desaparezcas. Que dejes de controlarme. Quiero poder hacer algo y saber que lo estoy haciendo por mi cuenta, por que yo quiero. Estoy cansada de que vengas y tomes control de mi cuerpo, de mis acciones. Me hacés sentir como si fuera un simple robot y vos (o yo pero sin ser yo) sos el control. Y yo me quedo ahí, mirando cómo me manejas. Estoy harta. Quiero que mi cabeza, mi corazón y mis acciones concuerden. Pero vos haces que yo haga cualquier cosa. Y me dejas a mí lamentándome y preguntando por qué. “¿Porqué no le dije que sí?, ¿Porqué no le dije que lo amaba en ese momento?, ¿Porqué me fuí con él?, ¿Porqué, porqué, porqué…”
Dejame ser feliz. Dejame hacer las cosas bien por una vez. O por lo menos dejame intentarlo.
Por favor Jazmín, dejá de arruinarlo todo. Una vez, sólo una vez. Sólo esta vez.