martes, 31 de mayo de 2011

Dolor

La angustia permanece y me siento abandonado en el inconmensurable desierto de estas cuatro paredes.
Embriagado de dolor, entre las ruinas de mi mente, resuenan lejanos unos versos de Vallejo:

Hay golpes en la vida tan duros,
golpes como del odio de Dios.

tiempotiempotiempo

Y ahora lo miro, lo miro con la añoranza de un abrazo que me parte el pecho. Cómo querría volver hacia atrás el tiempo. ¿Cuándo acabará este peso agobiante y absoluto?
El pensamiento se me hunde en el desgarro. ¿Hacia dónde se han vuelto ahora las palabras?

Flash.

Amar y estar enamorado tienen relaciones difíciles: puesto que, si es verdad que estar enamorado no se parece a ninguna otra cosa (una gota de estar-enamorado diluida en una vaga relación amistosa la colorea vivamente, la hace incomparable: sé de inmediato que en mi relación con X…, o con Y…, por más prudentemente que me contenga, existe el estar-enamorado), es verdad también que en el estar-enamorado existe el amar: quiero asir ferozmente, pero también sé dar acivamente. ¿Quién puede, pues, lograr esta dialéctica? ¿Quién, si no la mujer, aquélla que no se dirige hacia ningún objeto (solamente hacia… la ofrenda)? Si por consiguiente el enamorado llega a “amar” es en la medida misma en que se feminiza, en que se une a la clase de las grandes Enamoradas, de las Suficientemente Buenas.

bodasdesangre

Y apenas cabe en la mano,
pero que penetra frío
por las carnes asombradas
y allí se para, en el sitio
donde tiembla enmarañada
la oscura raíz del grito.

lunes, 23 de mayo de 2011

December.

Te extraño. Si, es un hecho. Extraño hablar por teléfono y extrañar no tenerte en frente para ver tus caras. Ahora, simplemente te extraño. Extraño tus chistes, tus charlas, la forma en que me acariciabas la oreja. No hay matices, no hay nada. No me queda nada. Nada de vos. ¿Sabés cuánto tiempo tardé en poder pasar por esa esquina? Y todavía no puedo hacerlo sin pensar en todos esos momentos en que pasamos, juntos, por ahí. No puedo pasar sin añorar encontrarte ahí, solo. Aunque sea de lejos, por que ni fuerzas me quedan para ir y decirte "Hola". No tengo fuerza para enfrentar el hecho de que vos ya hayas superado todo, y yo, a pesar de mis intentos, sigo acá, estancada, sola.
La última vez que te ví me rompió el corazón. Fue tan... casual. Nunca había imaginado encontrarte (ya, hace tiempo,  había perdido las esperanzas).  No estaba preparada. Yo salía de la casa de un amigo (justo frente al supermercado donde tantas veces esperábamos el colectivo). Estaba con mi amiga. Habíamos salido a comprar algo para comer. Y ahí estabas, en la esquina. Con ella. Yo te ví. Vos me viste. Interiormente entré en pánico. Fui invadida inmediatamente por esa sensación de miedo/nerviosismo/entusiasmo/ansiedad/tristeza que me da cada vez que te veo (que fueron pocas desde nuestra última charla). Me invadió por completo. Y luego, me rompiste el corazón. Tengo en mi cerebro toda la escena tatuada en fotos segundo a segundo. Primero te ví a vos. Después a ella. Creo que ella no me vió. Y vos, te adelantaste un paso a ella, te paraste en frente suyo (pretendiendo ¿qué? ¿que ella no me vea?¿queyo no la vea a ella?¿Por qué?) y, dándome la espalda, esperaste a que pasara. Y yo seguí caminando, anonadada. Pretendiendo que nada pasó. Que todo está bien. Todo está bien (bien, bien, bien).
Pero la realidad es que no me siento así. Para nada. Siento... que soy un juguete roto, defectuoso. No sirvo. No puedo amar. Vos sos la única persona a la que quiero amar. Y la única a la que no puedo. No estás. No sé, siquiera, si seguís existiendo.
Una y otra vez pienso y repienso la cantidad de cosas que pude haber hecho bien. Ó haberlas hecho mejor. Pero no estaba lista. Nos (me) apresuramos (apresuré) a todo. La velocidad y tu mirada me atraparon. Y cuando me dí cuenta ya era tarde. Para mí siempre vas a ser el Número 1. El más importante. Pero no era el momento y lo desperdiciamos, lo dejamos escapar.
Para mí siempre vas a ser la persona indicada, en el momento equivocado.